5/5/12

El latido del bolero, del tango, de la ranchera


Tiene en casa un repertorio de música, canciones que recuerdan el andar del latinoamericano, un  conjunto de letras en verso que relatan el sentir de todos los tiempos; acetatos que hacen de respaldo en su cama, donde probablemente tarareando se queda dormido.

Tiene cernidas alrededor de las vigas boleros, tangos y rancheras, como si fuesen el camino a casa, al paso del zacate que de vez en cuando corta.

Ha de saber tanto de Agustín Lara, como de Carlos Gardel, como de José Alfredo Jiménez, de sus historias, de esa lista de verbos que forman sus canciones, del amor y desamor que en ellas encierran.

Y entre el trío de guitarras, la milonga y el tango, los charros y sus rancheras, divaga aquel verso de Amado Nervo en mi mente cuando estoy con él

“El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo”.


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