Dejar la
rutina de lado es quizás una estocada inconsciente que se le da al alma.
Dejar la
rutina de lado es como un recital de poesía declamada ante el absorto silencio.
Dejar la
rutina de lado es recitar en la mente ese poema de Benedetti que tanto se ha
leído.
Es
creer en el sentimiento, es volver a sentir, es anhelar lo prohibido, es creer.
Y es
que a veces, solo a veces, se le da permiso a la razón para que pueda el
corazón sentir.