Amaneció lloviendo,
lloviendo como hace ocho meses,
como hoy.
Amanecimos escampando en la cama,
con la quietud de la niebla asomándose en la ventana;
callándonos entre las cobijas.
Amanecimos,
vos con tus manos acariciando mi espalda,
traspasando la camisa de rayas;
la tuya que fue mía por una noche.
Y amaneció lloviendo,
lloviendo a cantaros entre los dos,
con un motor como despertador
que nos arrebato las palabras.