21/2/07

Tiempo

Hacia frío, y las celocias cercanas al cielo cerraba mientras pensaba en la introducción de la propuesta final para presentar al amanecer. El paisaje era agradable las estrellas brillaban titiritando de frío y la brisa se rebalaba entre mis manos, mientras mi tono apagado por dentro solo pensaba. Volvi a la sala mire un rato la televisión y escuche el sonido del teléfono a lo lejos, y con el pensamiento descubrí que te había llamado... eras tu. Tu voz al otro lado del teléfono me estremecio la piel y en la acera del frente estaba una dosis de ternura que cruzaba la acera para adueñarse de mi ser Guarde discretamente en mi bolsillo el recuerdo de tu llamada; por aquello de las emergencias, para cuando te necesitará poder encontrarte en mi viejo bolsillo y escucharte a lo lejos. Abri los cajones rapidamente... un cajon, otro cajon y nada era realmente adecuado para el momento, solo un par un par zapatos rojos, una sueta de lana y mis ojos. No lo pense y me deje llevar por aquella sensación reconfortante que provenia de tu voz, una dulce mezcla de ternura y locura que me atravesaba los huesos... tus susurros en el fondo del salon. Era un amor prematuro, esa noche nacio. Y asume timidamente mi mirada para contemplarte, y vi tus ojos, con esas prendas que dejaban al descubierto tu esencia revestido de negro. Y me invadio un hormigueo de paz y seguridad dulcemente ingenuo cuando llegaste a leer mi alma, a darme un abrazo con tu mirada. Y me tocaba reprimirme, pero no lo logre, sali corriendo a buscar tus labios en el amanecer, recorri el pasillo sin mirar atrás y derrape entre tus brazos y choque en la caida con tus labios. Y desde esa madrugada paso dibujandote en mis sueños, y desdibujandote de mi corazón. Pero algo sucede en el cuarto y al despertar redescubro mis lagrimas al lado de la almohada.