Mi abuela tuvo once hijos, de los cuales hoy quedan diez
en total la suma da: treinta y seis nietos, cuarenta y ocho bisnietos y cuatro taranietos.
Somos descendencia naciada del campo,
provenientes de cafetales y posas en el bajo del río.
Ellos, arreaban vacas, montaban caballos y ordeñaban al alba.
Abuela lavaba en el río, palmeaba tortillas y atizaba el fogón.
Los estañones viejos guardaban contrabando.
Así fueron esos tiempos que relatan,
esos que son el reflejo de lo que somos
de la semilla que germino y germina
en toda una descendencia.