Me sentí tan atraída por ti por ese aire apasionado y seguro que
te hace ser.
Siempre supe que entre nosotros nunca llegaría a pasar nada,
porque nuestras vidas son bastante distintas, pero la conciencia realista no
evito que aprendiera a quererte, y por ello equivocadamente intente seguirte el ritmo,
de acostumbrarme a ese paso extremadamente rápido que llevas de la vida, pero en
el intento deje de ser quien soy.
He sido mi propia “carcelera” los últimos meses; no eres el
culpable, es importante que lo sepas antes de seguir.
Busque transferirte toda mi fuerza y poder en nombre de lo que
me haces sentir, pero esta clase de sentimiento tan solo ha destruido la
conexión con mi propia fuerza. Deposite en ti mi fuerza, mi seguridad; y
recalco no es un reproche asumo la responsabilidad de mis sentimientos, no me
obligaste a quererte, yo decidí hacerlo.
Aun siendo tan distintos conectaste con mi corazón, y quiero
creer que me has respetado profundamente, me prestaste apoyo, te convertiste en
mi amigo y agradezco a la vida que lo hayas sido; pero ha llegado el momento al
que tanto temía, debo irme.
Me voy agradeciéndote todo cuando hiciste por mí, me voy porque
antes de quererte a ti, mi amor propio no me permite seguirte.
Me voy guardando en mi piel nuestros abrazos, esa sensación de sentir
el latido de tu corazón, la respiración pausada de tu pecho y el olor de quien
eres en esencia.
Sí, me voy guardando en mis recuerdos quien en realidad eres,
porque esta chiquilina conoció a un
hombre maravilloso que le enseño la gran lección de amarse así misma antes que
a los demás.