20/9/11

Massdrama

Por mucho que escriba, que racionalice, que piense, si le doy cuerda al asunto me vienen esas ganas incontrolables de vomito. Lo más importante, pienso, es mantener la calma, ser práctica y arreglar vía legal el "drama". Es lo que ha dicho el abogado, en estos momentos mucha calma, no aceptes que se omitan los derechos que la legislación otorga. ¿Tiempo? No tengo todo el tiempo del mundo, el 15 de setiembre ya pasó. Es verdad, me han echado, me han dejado en paro, con los bolsillos vacios, y salidos, por aquello. Cometí un error, un error gravísimo, considerar buscar un empleo y decir adiós a los colegas. 

17/9/11

Mi taza de café

Una taza al desayuno, a media mañana, después de comer o antes de dormir.

Una taza que tranquiliza, que inspira cuando simplemente se chorrea el café, después que la vieja cafetera anuncia que ha hervido el agua.

Una taza, mi taza, donde se mezclan los frutos y semillas del cafetal recién cosechado.

En algún momento del día, el café caliente que se asienta en mi taza anaranjada, que me invita a leer los posos de café, donde nacen ideas entorno al encuentro con el silencio.

Te vas

Te vas ahora que no estoy fallando, que estoy dejando salir lo que hay en mi. Te vas, y siento que me estás matando, que me estoy ahogando en el temor.

16/9/11

Menudo día de mierda

No estoy borracha, ni perdida, ni tengo el cerebro embotado, sin embargo, es como una pesadilla, aunque no debería serlo.

Me doy un pellizco en el brazo y, aunque poco, algo siento, y no sé si es a raíz de que la cabeza me da vueltas, o de la congoja.
¿La cabeza? El problema es la cabeza, que nunca se sabe cómo va a reaccionar. Había transcurrido el día como un día cualquiera, pero como otro día al fin de cuentas, no sé en donde tenía la cabeza para andar haciéndome perdonar sin razón alguna.

La primera línea me dio en el hígado, diría yo, parecía que lanzaba gritos, y apenas comenzaba lo peor: una despedida precipitada, un silencio de muerte, y de pronto una serenidad aplastante, como si nada tuviera que ver conmigo, solo las ganas irresistibles de tomar café, fuertísimo, eso sí.
No se trata ahora de recurrir al egocentrismo implacable, pues resulta una solución muy fácil echarle toda la culpa al drama. La culpa no ha sido mía, de eso estoy convencida, quizás por eso la feroz actividad del café en mi estómago me devolvió la calma.

¿Y qué va a pasar?, todo directamente a la mierda.


Nunca pensé que tuviera esas dotes de prepotencia, aunque debo reconocer que le quedo esplendida la función sin guión, ni telón ante una situación abiertamente caótica, que a mi me llevo a casa despedida y agotada.

14/9/11

La muerte, según Mathias


La muerte es así, ¿tan nocturna?
Decís que es como un reloj, un tic-tac que no da más.
Para mí, es una espera sin fin, una palabra interminable,
un pasillo con camillas donde aguardan cadáveres,
donde caminan enfermeras.
Decís “se acabo”, cuando se acaba la vida,
cuando dejas bajo tierra un cuerpo frío, que una vez dio calor.
Mecánicamente, estoy viva, aunque aún no he conocido al Giant Jack.
Definitivamente, sí, estoy viva,
aunque resulta difícil separar el corazón y el cerebro.
Juanma, mita, tío, pía, siempre es de noche para ellos,
como dice el Giant Jack “en el país de los muertos”, o ¿en el país de los vivos?
A ellos les llego el tiempo. It´s time to say goodbye.
La alargada sombra del amor, Mathias Malzieu.

El Blog

Una conversación tras monitores. La sociedad, la ironía, la paz, ¿el amor? La soledad versus vos y yo. Allende. Los libros de Saramago en portugués. Benedetti, el Lado Oscuro del Corazón. El Color del Paraíso, en Sala Garbo. Una lágrima que secas con un “enter”. Gioconda Belli. El check list entre los dos. El monitor que se hace rostro. Un sí, un tal vez, un rotundo no. El sexo con amor, el amor sin sexo. Un te quiero ¿titubeando?, sincero, sí, sí lo es. La lluvia que esperamos todo el día. Llovió en Coronado! En casa no.

13/9/11

La alargada sombra del amor

Hoy me puse falda y tacones, me hice una cola alta, y no me pinte los labios. Salí de casa, con el bolso a cuestas. Espere el bus, frente a casa de tío, caminando de un lado a otro. Rebusque en el bolso al subir el bus, olvidé los audífonos! Rodríguez no lo sabrá. Malzieu me acompañó en el camino.

Martes 13

Se ha oscurecido el cielo,
al parecer San Pedro decidió correr sus chunches de lugar.
Los truenos en seco me hacen volver la mirada a la ventana.
Espero sentada (literalmente) ver las gotas tropezarse con el vidrio,
y nada, ni una gota cae,
la nube gris se queda ahí, mirándome,
y la miro, y se frunce mi ceño, 
Dale, deja las gotas caer. 
Miro el calendario,
martes trece, 
“ni cases, ni te embarques”. 
El tipo de al lado enciende el radio, Musical,
tarareo “porque nuestro amor
no es un amor normal
de esos que Hoy es y mañana quien sabrá...“
Guillermo Dávila se hace en la radio, 
Aún no caen las gotas de lluvia,
martes, martes, hoy es martes, y trece. 
El dolor de cabeza merma,
y miro de nuevo hacia la ventana,
parece que el sol ha ganado la batalla,
pero la nube sigue ahí,
alimentando mi esperanza.
Lluvia, ¿lloverá un martes trece?. 

9/9/11

Las güilas, los carajillos

Los que jugábamos entre el patio de las casas, los que correteábamos a los pollos de tío-tío.

Los que nos encaramábamos en el pick up de papá para subir a Las Nubes, en Coronado.

Las güilas y carajillos que nos creíamos las historias de mita, leyendas y cuentos pueblerinos.  

Los que comíamos moras, apeábamos granadillas, los que nos íbamos pal bajo del río, y cogíamos café en vacaciones de fin de año.  

Los que le sacábamos brillo al piso con tal solo un par de medias viejas, los que veíamos Súper ratón, Súper Campeones, Heidi, La Casita de la Pradera, Odisea Burbujas, y otros cuantos más en la sala de alguna casa del barrio, o la alameda.

Güilas y carajillos que nos choreábamos tomando café con gatos y natilla, sin poder faltar las galletas de panadería con mantequilla. Los que comprábamos una pitufa, bolis y helados de palito en la esquina.

Los que sudábamos corriendo de aquí pa´allá, de allá pa´acá, y si salía alguno herido, no había nada que un poco de hielo no pudiese resolver.

Las güilas, los carajillos, que hoy decimos ¡Qué buenos tiempos aquellos!

6/9/11

El “ex”

Él escribe cuando olvide como leer entre líneas, cuando deje los jeans rotos por pantalones de vestir, cuando aprendí a usar más que un delineador negro, cuando los bolsos de tela se quedaron en casa, cuando todas mis faldas no son hindús.

Escribe cuando concluí la novela de Patrick Süskind, cuando cambie de perfume, cuando el rojo de mi cabello corto pasó al largo de un castaño claro que he convertido en un alborotado negro, cuando han cerrado Café Expresivo, y la Villa en la Calle de la Amargura.

Él escribe cuando deje el consumo diario de nicotina, y aprendí a usar un reloj de mano, escribe ahora que uso tacones, que cambie de gafas, cuando otros labios me han besado, y me han abrigado otros brazos. 

Escribe cuando los prejuicios dejaron de ser pretexto para no tener sexo, y el sexo pasó a ser aún más sagrado, cuando recuerdo haberle dicho una frase de Gabriel García Márquez − "No pasare el tiempo con alguien que no esté dispuesto a pasarlo conmigo".

Él, escribe cuando la inmunoglobulina dejo de hacer efecto, y la quimio le sustituyo, mientras él se asoleaba a la orilla del mar, y yo desde la ventana de un hospital.

Escribe, escribe cuando olvide sonreír, cuando deje en mi mesita de noche los versos que le escribí, y al él, a él ni siquiera recuerdo en que parte de la historia lo deje olvidado.

Mom & Dad

Un tiempo atrás corría, me escondía en la imaginación, en los cuentos que narraban para mi. Un tiempo atrás daba saltitos para llamar su atención, subía corriendo a la cama, a las siete menos cinco. Dormía en el medio, con sus pies cruzando sobre mis piecitos, para alcanzarse. Te digo un secreto, les decía -los quiero, con esa mirada que dicen aún conservo , y salía corriendo. Hoy me quedo abrazándolos, porque crecí, lo suficiente para no quedarme tan solo con el calor de sus rodillas.

Un tiempo atrás, casi ayer, casi hoy.