Abismo
Esta tarde vengo a decirte que no soy capaz, que mis versos agonizan y ya no tengo letras que conjuguen con tu nombre. Pero siempre regresas, regresas como la brisa en forma de palabras, y aquí estoy sentada a la orilla de mi cama intentando mutilar mis manos que no dejan de escribirte. Dando vueltas alrededor de la cama el misterio de tu rostro no se esfuma de mi mente, y en un trozo de aire de nuevo mis manos te escriben. Y nada puede hacer, no puedo evitar que te apoderes de mis manos y mojes con tu ausencia mis labios convirtiendo en tormentas mis ilusiones. Me atrapaste, en un callejón me atrapaste; porque hay cierta clase de cosas que no podemos evitar, porque hay ciertas cosas que nacen en mí ser sin pedir permiso. Pero sólo tu, con tu imponencia vienes a arrebatarme mis manos y con la habilidad suficiente me haces caer de nuevo en tus brazos, abrazándome en tu pecho, golpeándome con tus labios que se resbalan siempre tan cerca de los míos para zafarme de esta rutina, para hacerme desaparecer como una nube misteriosa al amanecer cubierta por tu piel. Esta tarde vengo a decirte que no tengo letras ya en mis manos, no tengo palabras que conjuguen con tu nombre, ya no hay momentos solo silencios, para que nunca olvidemos que fallamos, y el acorde de tus nombre y el mió ya no tiene historia, y aunque no sea capaz de mutilar mis manos puedo arrancarte de mis pensamientos.
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