Soy costarricense de
sepa, como diría mi abuela. Nací en un país que a pesar de ser pequeño en
extensión (51.100 kilómetros cuadrados para ser exacta) nos destacamos entre
las naciones del mundo por nuestro sistema democrático.
Quizás por esa razón el expresidente de Uruguay Jose María Sanguinetti, expreso
"Donde sea que haya un
costarricense, no importa donde esté, siempre habrá libertad".
¡Ups! Por esa razón, y ante los acontecimientos de las últimas semanas,
lo que Jose María Sanguinetti expreso hace eco en mi cabeza, más aún cuando las
planas de los principales medios de comunicación de mi país ponen en evidencia
el caos que la suiza centroamericana esta
afrontando.
El país en el que
nací, a diferencia de otras naciones, ha privilegiado a sus ciudadanos con el
derecho de ser educados. La alfabetización, la cual debemos al papel del Dr.
Florencio del Castillo quien nos represento en las Cortes de Cádiz y creo la
Casa de Enseñanza de Santo Tomás es una de las razones por las que esta tica
lee y escribe. Es decir, el analfabetismo no fue, ni es una opción para las
mujeres y hombres que habitamos tiquicia; como popularmente decimos.
Por tanto me atrevo
a decir que los ticos y las ticas somos educados con el fin de mejorar nuestra
condición social, y lograr así el progreso de nuestra sociedad.
Somos educados bajo
el precepto de la libertad, de la paz, de la igualdad, con una larga tradición
democrática, que nos ha caracterizado por evitar conflictos que involucren
acciones militares. No por nada el primero de diciembre de 1948, nuestro
expresidente José Figueres Ferrer, conocido como “Pepe” Figueres, disolvió el
ejercito en Costa Rica.
La abolición del
ejército simbolizo el inicio de una época que ha trascendido hasta hoy; o al
menos así deseo pensar, donde el gobierno se preocupa más por la seguridad y
educación del país.
Es decir si soy tica
es porque vivo en un país tranquilo, que ha evitado los conflictos militares resolviéndolos
a través de negociaciones. Porque vivo en un país que busca la igualdad social
a través de la educación gratuita, derecho adquirido constitucionalmente en
1869, un país que abolió la pena de muerte en 1882 y la disolución del ejército
en 1948.
La breve reseña es
tan solo una excusa para recordarme, y porque no recordarle, de donde venimos,
y porque en lo personal me indigna lo que esta sucediendo en mí país.
Porque el país que nos
educo, hoy nos reprime. El país sin ejército del que nos hemos jactado, hoy
ejerce poder contra su propio pueblo. Hoy el país que se hace llamar uno de los
países más felices del mundo, tiene a los ciudadanos más indignados y consternados,
una sensación lejana a la felicidad.
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