20/11/12

Retrato hablado



Viajas a la sombra de la vida, por calles y avenidas.
Quizás por ello nos encontramos aquel día.
Y sin más nos hallamos casi que a escondidas.
Vas en el camino con un cigarro en la mano,
con una pipa en el bolsillo bajo un cielo roto.
Vas por esas calles frías saludando a conocidos.
Vas como probablemente también iría yo.
Ya en casa, quizás, el mismo letargo te acompaña.
Ya en casa quizás cruzas a ciegas un sinfín de imágenes
y haces de ellas una alucinación, tan similar como tus gestos.
Ahí en casa, en la esquinita sin calle casi como la calle melancolía
que interpreta Sabina, probablemente enciendes de nuevo un cigarro,
y recuerdas que a pesar de haberte mudado hace años del barrio, volviste a él.
Vuelves al tiempo, al letargo, al silencio, a la casa esquinera donde susurras,
donde lloras, donde cuestionas y empecinas ideas, palabras, lágrimas.
Pero como lo has dicho, siempre has hecho el intento y nada ha salido.
Y no es que no llegues, es que en tu mente todo es melancolía.
Y te castigas, de tanto andar sin encontrarte.
Y te castigas fumando solo, bebiendo solo antes de dormir,
y duermes sin resolverlo. Y te enfadaste con la vida. Y conmigo.
Y aquí estoy sin ser psicóloga, ni psiquiatra, trepándome en tu cama,
enredándome en tu espalda, sujetándote las manos.
Y si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.
no solo se escucharte en la barra de un bar.


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