Viajas a la sombra
de la vida, por calles y avenidas.
Quizás por ello nos encontramos aquel día.
Y sin más nos hallamos casi que a escondidas.
Vas en el camino con un cigarro en la mano,
Quizás por ello nos encontramos aquel día.
Y sin más nos hallamos casi que a escondidas.
Vas en el camino con un cigarro en la mano,
con una pipa en el
bolsillo bajo un cielo roto.
Vas por esas calles frías saludando a conocidos.
Vas como probablemente también iría yo.
Vas por esas calles frías saludando a conocidos.
Vas como probablemente también iría yo.
Ya en casa, quizás,
el mismo letargo te acompaña.
Ya en casa quizás cruzas
a ciegas un sinfín de imágenes
y haces de ellas una alucinación, tan similar como tus gestos.
Ahí en casa, en la esquinita sin calle casi como la calle melancolía
y haces de ellas una alucinación, tan similar como tus gestos.
Ahí en casa, en la esquinita sin calle casi como la calle melancolía
que interpreta
Sabina, probablemente enciendes de nuevo un cigarro,
y recuerdas que a
pesar de haberte mudado hace años del barrio, volviste a él.
Vuelves al tiempo, al letargo, al silencio, a la casa esquinera donde susurras,
Vuelves al tiempo, al letargo, al silencio, a la casa esquinera donde susurras,
donde lloras, donde
cuestionas y empecinas ideas, palabras, lágrimas.
Pero como lo has
dicho, siempre has hecho el intento y nada ha salido.
Y no es que no
llegues, es que en tu mente todo es melancolía.
Y te castigas, de tanto andar sin encontrarte.
Y te castigas fumando solo, bebiendo solo antes de dormir,
Y te castigas, de tanto andar sin encontrarte.
Y te castigas fumando solo, bebiendo solo antes de dormir,
y duermes sin
resolverlo. Y te enfadaste con la vida. Y conmigo.
Y aquí estoy sin ser
psicóloga, ni psiquiatra, trepándome en tu cama,
enredándome en tu
espalda, sujetándote las manos.
Y si quieres
encontrarme, ya sabes dónde estoy.
no solo se escucharte en la barra de un bar.
no solo se escucharte en la barra de un bar.
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