Una noche, un lugar. Bahamas. Costa Rica, Cuba, Colombia, El Salvador. Un escenario creando sonidos. La cumbia, el funk, a brinquitos, despeinados.
Una noche psicotropical, donde se amalgaman causas sociales y medioambientales entre partituras musicales que despliegan entre la gente ritmos latinos y africanos, una mezcla creativa de ellos.
Músicos que hacen latir en el tímpano las raíces de una historia musical en medio de una estampida de percusión que se adentra en el cuerpo. Saltos en aumento, sin parar, al ritmo de la música, tan bailable, aún para aquellos que nunca hayan usado zapatillas.
Un trance hipnótico que desafía al tiempo aun cuando la banda cree acabar.
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