Aun recuerdo esa carita de ángel que siempre te caracterizó.
A veces creo escuchar en el sonido del viento tus sonrisas picaras,las que te delataban haciendo evidentes tus travesuras.
Recuerdo cuando juntas correteábamos los pollos de tío-tío emprendiendo aventuras mágicas con los delantales de la abuela, andando en bicicleta allá por el trapiche.
Yo cuidaba de ti,acercando un espejo para asegurarme que aun dormida respirabas; te arropaba con el suéter vino, atrás, en la microbus después de la escuela.
Cuando mamá enfermo, peinaba tus colochos y te relataba cuentos mágicos mientras tomabas leche en aquel viejo chupón; con la esperanza de que la realidad del momento
no se robara tu esencia de niña. Era tu mamá gallina, la versión en miniatura que te cuidaba viéndote comer camote con mantequilla, brincando de charco en charco para poder alcanzar granadillas.
Y hoy 23 años después en el susurro de la noche te veo dormir como cuando eramos pequeñas; te veo dormir y recuerdo las noches en que amanecía de cuclillas
creyendo que así Dios te enviaría; eso decían las tías.
Ya hemos crecido, bueno tu más que yo; y a pesar de que somos tan distintas no quiero verte llorar, no deseo verte sufrir.
Mis alas no han podido resguardarte, pero aquí estoy y aquí estaré porque en la vida
aun nos quedan muchos caminos por recorrer.
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